Sabía que vendrías

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parapeto
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Sabía que vendrías

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Esto lo leí en el Selecciones del Reader Digest

El soldado regresó del campo de batalla y al entrar en la trinchera le dijo al capitán que su Amigo no había regresado, que pensaba podría estar herido y que pedía permiso para salir a buscarlo. El capitán dijo: “Imposible, ya he perdido un hombre no quiero perder a dos, si usted sale también le matarán….” A pesar de todo, el soldado, desobedeciendo la orden salió y al cabo de unos minutos regresó a la trinchera con su amigo sobre los hombros pero al saltar a la trinchera sonó un disparo y el soldado cayó al suelo herido de muerte. El capitán dijo, muy indignado, “ha visto, ahora he perdido dos hombres”. ¿Cree usted que ha merecido la pena? Y el soldado, moribundo, sonrió, le miró a los ojos a su capitán y afirmó: “Sí, mi capitán, ha merecido la pena, porque cuando llegué a donde mi Amigo yacía en el suelo, él me miró, sonrió y dijo, “Hola, Amigo, te estaba esperando, sabía que vendrías a buscarme….”
Última edición por parapeto el Dom 08 Oct, 2017 6:21 pm, editado 1 vez en total.
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Mirlo
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Re: Sabía que vendrías

Mensaje por Mirlo »

Emotiva historia.
Acompañar al moribundo hasta su instante final también es importante :ok:
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parapeto
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Re: Sabía que vendrías

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Siempre me gustó esa publicación porque me hacía pensar, reír, aprender, emocionarme, eso; que me gustaba.

Recuerdo otra historia que leí en ella de un abuelo y su nieta. Hay un hueso de pollo en forma Y griega. Según el artículo si dos personas piden un deseo mientras cada una de ellas tira de uno de los lados cortos de la Y se cumplirá el deseo de quien se quede con el lado largo en la mano.

El lado largo le tocó al abuelo y ante la cara desilucionada de su nieta le dijo

No te preocupes. Yo he pedido que se cumpla tu deseo.
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parapeto
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Re: Sabía que vendrías

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Hoy mi nieto es mi mejor amigo. Daría mi vida por él.

Nada me hace más feliz que su sonrisa y nada me duele más que su dolor.
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parapeto
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Re: Sabía que vendrías

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Mirlo escribió:Emotiva historia.
Acompañar al moribundo hasta su instante final también es importante :ok:
Yo entendí la historia desde el lado de la amistad.

Hoy en día creo más en la muerte que en la amistad.
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capper
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Re: Sabía que vendrías

Mensaje por capper »

parapeto escribió:Esto lo leí en el Selecciones del Reader Digest

El soldado regresó del campo de batalla y al entrar en la trinchera le dijo al capitán que su Amigo no había regresado, que pensaba podría estar herido y que pedía permiso para salir a buscarlo. El capitán dijo: “Imposible, ya he perdido un hombre no quiero perder a dos, si usted sale también le matarán….” A pesar de todo, el soldado, desobedeciendo la orden salió y al cabo de unos minutos regresó a la trinchera con su amigo sobre los hombros pero al saltar a la trinchera sonó un disparo y el soldado cayó al suelo herido de muerte. El capitán dijo, muy indignado, “ha visto, ahora he perdido dos hombres”. ¿Cree usted que ha merecido la pena? Y el soldado, moribundo, sonrió, le miró a los ojos a su capitán y afirmó: “Sí, mi capitán, ha merecido la pena, porque cuando llegué a donde mi Amigo yacía en el suelo, él me miró, sonrió y dijo, “Hola, Amigo, te estaba esperando, sabía que vendrías a buscarme….”
parapeto. Muy emotivo . Refleja el verdadero valor de la amistad. Lástima que en los tiempos que corren estos valores no se aprecien como se debe. :ok:
https://www.quinielista.es/dnp1x2/mas_por_menos

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carbonero
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Re: Sabía que vendrías

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Excelente el artículo parapeto.

Aca en españa se consigue facil las selecciones en kioscos? Que precio tiene el ejemplar?

Yo las leía mucho en mi país cuando era niño, mi madre las compraba y yo leía los artículos que me interesaban. Muy buenas publicaciones.
3er premio en el juego del kinigol temporada 18/19
Campeón en el juego 5+5+4+1 Temp 19/20

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http://www.quinielista.es/dnp1x2/campeon_del_siglo_1891




HILO DE LA PEÑA
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parapeto
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Re: Sabía que vendrías

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Yo estuve suscrito mientras vivía en casa de mis padres.

Algunas veces la veo en kioscos y librerías.

En su web se puede leer parte de ella.
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parapeto
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Re: Sabía que vendrías

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Esta es otra de las historias que el tiempo no ha sido capaz de borrar de mi mente e internet me devuelve.

Michael Malloy era un irlandés del condado de Donegal que, como tantos otros de sus compatriotas, cruzó el Atlántico rumbo a los EEUU en busca de fortuna a finales del siglo XIX. Durante algún tiempo no le fue mal y trabajó como bombero en Nueva York, hasta que su adicción al alcohol le convirtió en un vagabundo que se pasaba la mayor parte del tiempo borracho, sobreviviendo gracias a trabajos esporádicos como conserje, barrendero o pulidor de ataúdes. Fue a principios de 1933 cuando su camino se cruzó con el de cinco sujetos muy poco recomendables a los que más tarde se los llamaría "el consorcio del crimen". Se trataba de Anthony Marino, propietario de un speakeasy (uno de aquellos bares ilegales que florecieron durante el periodo de la Ley Seca) en el 3804 de la Tercera Avenida, en el barrio del Bronx; su barman, Joseph "Red" Murphy; Francis Pasqua, enterrador; Daniel Kriesberg (frutero) y Hershey Green (taxista). Codiciosos y sin escrúpulos, buscaban el modo de ganar dinero rápido y sin esfuerzo, y se les ocurrió asesinar a la novia de Marino, Betty Carlsen, para cobrar su seguro de vida. La emborracharon hasta que perdió el conocimiento, la llevaron a su cuarto, la desnudaron, le arrojaron agua helada por encima y la dejaron allí con las ventanas abiertas, en una noche con temperaturas bajo cero. A la mañana siguiente, Betty había muerto y un forense dictaminó como causa de la muerte "neumonía asociada al alcoholismo". Marino, beneficiario de la póliza, cobró 800 $. Tan sencillo les pareció que se decidieron a repetir la jugada, y esta vez eligieron a Malloy como la víctima propicia.

Malloy no fue difícil de engatusar: le prometieron que podía beber cuanto quisiera en el bar de Marino, algo que para él era el paraíso. Sólo le pidieron que firmase unos papeles, supuestamente para apoyar la candidatura de Marino a concejal; pero en realidad, se trataba de tres pólizas de seguro por un total de más de 3500 $. Lo cierto es que Malloy ya tenía sesenta años y aparentemente estaba en las últimas, así que pensaban que unos días bebiendo sin parar acabarían con él.
Pero en materia de bebercio no es bueno subestimar a un irlandés. Día tras día, Malloy aparecía sin falta en el bar de Marino, bebía grandes cantidades de alcohol, se marchaba tambaleándose y volvía invariablemente al día siguiente para seguir bebiendo. A los conspiradores empezó a preocuparles su resistencia, especialmente a Marino, que veía cómo se disparaba la factura del licor que Malloy trasegaba. Por eso Murphy sugirió añadir anticongelante a la bebida del borracho para darle un "empujoncito". Tras varios tragos de la mezcla, Malloy se desmayó y Pasqua, el enterrador, le tomó el pulso y anunció con satisfacción que era tan débil que seguramente estaría muerto por la mañana. Pero tras estar tres horas inconsciente, Malloy se despertó, se disculpó ante los presentes por su "indisposición"... y pidió otra copa. Los días siguientes añadieron más anticongelante a sus bebidas, sin que el confiado irlandés pareciera notarlo. Del anticongelante pasaron a la trementina, el linimento para caballos e incluso el raticida. Pero el invencible Malloy seguía apareciendo día tras día en el local en busca de más bebida.
Entonces cambiaron de estrategia. Si la bebida no le derrotaba, quizá la comida pudiera hacerlo. Le invitaron a un sabroso plato de ostras empapadas en metanol, pero no parecieron hacerle efecto. Marino, harto, le preparó un plato especial: un bocadillo de sardinas en mal estado, mezcladas con raticida, anticongelante e incluso pequeños clavos y fragmentos de metal, con la idea de que si no moría envenenado, sufriese una hemorragia estomacal. Pero Malloy no sólo no enfermó, sino que pareció gustarle aquel contundente refrigerio.
De nuevo cambiaron de proceder y trataron de aprovechar las gélidas temperaturas del invierno neoyorquino. Tras lograr que Malloy bebiera hasta perder el conocimiento, lo llevaron hasta Claremont Park, lo arrojaron sobre la nieve, lo desnudaron de cintura para arriba y vertieron agua sobre su pecho desnudo (repitiendo lo que habían hecho con Betty Carlsen). Y luego, lo abandonaron a la intemperie, con temperaturas de casi -30º centigrados, convencidos de que por fin habían logrado su objetivo. Su cara debió de ser todo un poema cuando, la noche siguiente, vieron a Malloy cruzando la puerta del bar como era su rutina, dispuesto a seguir bebiendo. No parecía tener ninguna secuela e incluso iba mejor vestido que de costumbre. Al parecer, una patrulla de policía lo había encontrado a tiempo y lo había llevado a un albergue, donde había pasado la noche y le habían dado ropa nueva.

Aconsejados por un matón profesional llamado Anthony "Tony el Duro" Bastone, los cinco aspirantes a asesinos decidieron dejar las "sutilezas" y encargarse de Malloy con métodos más directos. Así, una noche en la que Malloy estaba borracho y al borde del coma etílico, lo subieron al taxi de Green, lo llevaron a Pelham Parkway, también en el Bronx, y lo dejaron en mitad de la calle. Y mientras Malloy intentaba descubrir dónde estaba y cómo había llegado hasta allí, le atropellaron con el taxi a más de 70 km/h. Malloy salió despedido varios metros y, para asegurarse de que acababan con él, volvieron a atropellarle.
Seguros de haberse librado esta vez si del borracho, se dispusieron a esperar que la muerte de Malloy se hiciese pública para reclamar su dinero. Pero los días pasaron y no había noticias. Ningún periódico publicó la noticia de su muerte ni ningún hospital ni depósito de cadáveres había oído hablar de él.
Eso era un problema serio; sin cadáver no había manera de cobrar las pólizas. Por eso trataron de obtener uno y de nuevo, emborracharon y atropellaron a un vagabundo, un tal Joe Murray, al que colocaron documentos a nombre de Malloy para hacerlo pasar por él. Pero se ve que el apellido Malloy otorga poderes sobrehumanos al que lo luce, aun sin ser el suyo, porque Murray sobrevivió al atropello, aunque quedó tan mal parado que pasó varios meses en el hospital.
Y cuando se cumplían tres semanas del atropello de Malloy, los confabulados vieron con espanto cómo el irlandés, tranquilamente, entraba en el bar como de costumbre. Su aspecto era peor de lo habitual, estaba más débil y con las marcas del atropello... y también estaba sediento. Al parecer, el atropello se había saldado con una fractura de cráneo, una conmoción cerebral y un hombro roto. Estaba en tan mal estado que ni siquiera había podido darle su nombre a los médicos que le atendían, de ahí que nadie supiese quién era. Pero después de tres semanas, ya estaba lo suficientemente recuperado como para volver a su rutina alcohólica de siempre.
Era más de lo que podían soportar. Siguiendo los consejos de Bastone, esperaron a que Malloy volviera a perder la consciencia por el alcohol, lo llevaron a la habitación donde dormía Murphy y allí lo asfixiaron colocándole en la boca una manguera conectada al gas. De esta vez, por fin, lograron acabar con el tozudo borrachín. Pagaron a un médico para que certificase que la muerte de Malloy había sido a causa de una neumonía y lograron al fin el éxito de su plan. O al menos eso creían; la maldición de Malloy los persiguió más allá de la tumba.

Joseph Murphy tenía algunos temas pendientes con la justicia y fue encarcelado. Como él era uno de los beneficiarios de las pólizas, cuando la aseguradora trató de ponerse en contacto con él para pagarle y supo de su paradero, comenzó a sospechar y avisó a la policía. Por su parte, Green el taxista no había recibido la parte del botín que le correspondía, lo cual lo enfadaba sobremanera; y eso provocó que se fuera de la lengua y contara las desventuras del pobre Malloy a varias personas, con lo que la historia de "Mike el duradero" o "Iron Mike" comenzó a circular por los bajos fondos neoyorquinos. La policía, que estaba advertida, comenzó a investigar y descubrieron no sólo la sospechosa muerte de Malloy, sino también la de Betty Carlsen. El cadáver de Malloy fue exhumado y una autopsia reveló la verdadera causa de la muerte. Los cinco asesinos y el médico que había certificado la muerte de Malloy fueron encarcelados y acusados de asesinato.

Durante el juicio, los acusados trataron de culpar a Bastone (el cual había muerto tiroteado poco después que Malloy y no podía, por tanto, desmentirlos), al que acusaron de ser el que había urdido el plan y de haberlos coaccionado para que le ayudaran. Pero el jurado no se lo creyó y condenó a muerte a Marino, Murphy, Pasqua y Kriesberg, mientras que Green fue sentenciado a cadena perpetua y el doctor, a varios años de cárcel. Marino, Pasqua y Kriesberg murieron en la silla eléctrica en la prisión de Sing Sing en junio de 1934; Murphy siguió su mismo destino el mes siguiente.

El texto lo he sacado de aquí

http://laescaleradeiakob.blogspot.com.e ... alloy.html
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carbonero
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Re: Sabía que vendrías

Mensaje por carbonero »

Que historia! Cuanta maldad algunas personas.
3er premio en el juego del kinigol temporada 18/19
Campeón en el juego 5+5+4+1 Temp 19/20

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http://www.quinielista.es/dnp1x2/campeon_del_siglo_1891




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Asskl
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Re: Sabía que vendrías

Mensaje por Asskl »

malaje! :-D
'Casi todo lo que se relaciona con la vida humana depende de las probabilidades.' Voltaire.
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